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MAR DEL PLATA, BUENOS AIRES, Argentina
Soldado Clase 63 Sergio Gustavo Ojea, del GADA MIXTO 602 DE MAR DEL PLATA. Cumplí mi Servicio Militar Obligatorio en el año 1982. Participé en la Guerra de Malvinas, siendo movilizado al sur de nuestro país.

lunes, 5 de enero de 2009

Fuimos Movilizados 1/3


Esta historia jamás fue contada oficialmente. Nadie se interesó por contarla. Sólo los que estuvimos allí, la conocemos. Y todavía nos cuesta contarla a nuestros familiares y amigos.
Si tuviéramos que darle un inicio, podríamos retrotraernos a aquél 2 de abril de 1.982, cuando nos llamaron al frente del edificio de la Batería, y nos informaron que habíamos desembarcado en las Islas Malvinas, y se había izado la Bandera Argentina.
Per
o, para entrar en ambiente, vayamos primero al 9 de marzo del mismo año. Ese día comenzamos a cumplir nuestro Servicio Militar obligatorio en el GADA MIXTO 602, integrante de la Agrupación de Artillería de Defensa Aérea (AADA) 601, de la ciudad de Mar del Plata, ubicada sobre la costa, en la zona de Camet.
Reunidos en la Plaza de Armas de la Unidad, se asignó a cada soldado a una Batería, a fin de completar las Dotaciones.
El GADA MIXTO 602, (Se llama Mixto porque entre su armamento cuenta con cañones y lanzamisiles), a dónde fuimos asignados, se compone de 4 baterías, a saber: Batería "A"; Batería "B", "comando" y " Servicios". A más de cien soldados, entre los que figuraba yo, los enviaron a la Batería "B", (TigerCat), algo así como la élite del GADA 602. Todos los que dijimos que teníamos estudios secundarios completos fuimos enviados allí.
De la plaza de armas nos dirigimos al edificio de la batería, a fin de recibir nuestros uniformes y asignarnos puestos específicos.

Treinta y tantos soldados, con estudios secundarios completos, fuimos designados A.O.R (Aspirante a Oficial de Reserva), lo que nos acarrearía un entrenamiento más completo, manejo de todo tipo de armas, y a la postre un largo viaje.

Una vez cumplimentado el corte de pelo por el peluquero "manos brujas", llamado así porque te lo tocaba y lo hacía desaparecer, y ya aplicada la vacuna "Anti-todo", con algunos desmayos de por medio, nos enviaron a la batería, para informarnos que ahora empezaba el " Mes de Instrucción en el Campo".

Así fue que partimos en camiones, con rumbo norte, a una estancia llamada " San Manuel ", ubicada en las cercanías de la ciudad de Mar Chiquita, con todo nuestro equipo completo.

En la estancia nos dieron un entrenamiento muy duro. Carrera-mar, salto de rana, cuerpo a tierra entre los cardales (Secos), marchas de kilómetros con todo el equipo a cuestas, y atletismo en la playa privada de dicha estancia.

Vivíamos en nuestras carpas para dos soldados, ubicadas en un desnivel, dentro de un monte de eucaliptos, y cuando llovía el agua nos llegaba al pecho. Estábamos seguros que era a propósito.

Allí aprendimos a saltar alambrados, arrastrarnos sigilosamente, a apuntar a blancos, marchas, supervivencia, y a matar de todas las formas posibles, además de todo lo necesario a fin de soportar una lejana e hipotética guerra. Así aprendimos uno de los dichos que pocos olvidaríamos: "el soldado debe ver y no ser visto; oír y no ser oído". A lo que yo agregué " matar y no ser muerto".

Los domingos fueron los únicos días de ese mes que nos bañamos. A fin de recibir la visita de nuestros familiares, nos llevaban al cuartel en camiones, nos metían de a 20 ò 30 soldados en las dichas, y con el grito "un minuto para bañarse", apurábamos el jabón. Se imaginarán lo que era bañarse así, luego de una semana de arrastrarse por la tierra, pasto, arena y saltar y correr para todos lados.

Bien, terminado el mes de instrucción, (Gracias a Dios), los últimos días de marzo, volvimos al cuartel.

Luego de unos días de prácticas, manejo de cañones, etc., nos reunieron al frente de la Batería y nos dieron una noticia: Habíamos desembarcado en las Islas Malvinas, y las habíamos arrebatado de manos de los piratas ingleses. Era el 2 de abril de 1.982.

No sé cómo definir nuestra reacción. Por un lado, estábamos contentos, gritábamos y saltábamos, pero por otro lado estábamos confundidos, al no saber qué se exigiría de nosotros. Recuerden que sólo llevábamos un mes y días en el Ejército.

De inmediato se puso el radar a funcionar las 24 hs., y se doblaron las guardias. Apostamos nuestros cañones de 35 m.m. a lo largo de la costa, frente al GADA. A partir de ese momento, y a lo largo del mes de abril, hicimos guardia permanente en las posiciones, día y noche, esperando algún ataque sorpresivo a la Agrupación.

Entre guardias diurnas y nocturnas, y buenas noticias sobre las posiciones de Malvinas que escuchábamos en radios; aunque las noticias sobre la flota británica que venía en camino nos preocupaban un poco, fue corriendo el mes de abril.

Llegado el 1º de mayo, y con la Flota Inglesa sobre Malvinas, se produjo la primer batalla. Aviones argentinos bombardearon la flota y entablaron combate con los temibles aviones ingleses Sea Harrier, superiores en tecnología a los nuestros. Así se consumó el Bautismo de Fuego de nuestra Fuerza Aérea Argentina. Y, también el comienzo abierto de las hostilidades. Era la GUERRA, no había ya, posibilidades de arreglar el conflicto por vías diplomáticas.

Nos juntaron a todos los A.O.R. de la Batería y nos ordenaron preparar nuestros equipos para ir “al sur”. Nos acompañarían los oficiales y suboficiales, y algunos soldados de la batería "A", ya que los nuestros, junto con los soldados de la clase 62, ya estaban en las Islas Malvinas, luchando contra el enemigo.

El día 3 de mayo, muy de mañana, nos encontró cargando cañones, directores de tiro, camiones, generadores, y tanques aguateros, en vagones abiertos, en la Estación de Trenes de Mar del Plata. Fue un trabajo arduo, ya que cada pieza pesaba toneladas. Los soldados viajaríamos en " clase turista", con hermosos asiento de madera cuyas tablas quedarían marcadas en nuestras espaldas y traseros.

Cuando vi la película " Iluminados por el Fuego ", a cuyo autor agradezco la idea de escribir este libro, y le rindo homenaje en el subtítulo del mismo, no pude menos que sentir nostalgia por aquellos días. ¿ Quién no pidió " permiso para ir al baño ", y aprovechó la oportunidad para telefonear a su familia, desde la Estación?. Yo lo hice, así como muchos otros, y de esa forma los familiares se enteraron que nos llevaban a la Guerra. Mi madre y mi hermano llegaron a tiempo para despedirme, (vivíamos cerca). Besos, abrazos, lágrimas. Otros no tuvieron tanta suerte.

Al fin arrancó la locomotora, que tiraba de un convoy de cientos de metros y toneladas de peso. Y muy lentamente comenzó a dirigirse al sur, su último destino sería San Antonio del Oeste.

el viaje se hizo lento y aburrido. Tratábamos de bromear, pero con los cascos, fusiles y munición a nuestro alrededor, la realidad se mostraba sola. Íbamos a una Guerra.

En el viaje pasamos por muchos pueblos, y como se le había dado publicidad, (seguro que como propaganda de guerra), había muchedumbres esperándonos en los andenes de todas las estaciones.

No podíamos bajar del tren, pero la gente nos alcanzaba por las ventanillas chocolates, galletitas, pan dulce, cigarrillos, guantes y bufandas. (Todavía conservo una bufanda, de lana verde con flecos, que me lanzó una desconocida, ya ni recuerdo dónde. GRACIAS, Señora. Me fue muy útil y aún la uso.)

Según parece para toda esa gente, éramos los soldados argentinos que íbamos a la guerra para defender nuestro país, por eso nos besaban, abrazaban, vitoreaban y entregaban lo que podían para colaborar. Por un momento, nos sentimos sus héroes.

Luego de pasar por muchas localidades, comiendo y durmiendo en el tren, al fin llegamos a San Antonio del Oeste. El fin de las vías.

Así fue que descargamos tanque de agua, cañones, etc., allí y se armó otro convoy. Cada camión llevaba a remolque un equipo. En los Mercedes Benz 26/24 viajábamos los soldados con todo nuestro equipo, casco, fusil, etc. Estos 26/24 tienen una caja cerrada con lona, de unos 3x7 mts. de largo, aproximadamente. Allí dormíamos, acostados en el piso uno al lado de otro, como para calentarnos un poco, ya que la temperatura descendía, a medida que nos adentrábamos más en el sur de nuestro país.
Fuimos haciendo paradas a lo largo del camino, en las Unidades militares que encontrábamos en cada ciudad, donde no las había parábamos en el costado de la Ruta, ó en caminos adyacentes.

Estas "paradas" eran con el fin de comer, pasar la noche, cargar combustible, etc. En uno de los cuarteles donde paramos, conocimos a nuestro cocinero, al que apodamos, "cariñosamente", "Harry el Sucio". Estaba recogiendo papas hervidas del suelo y las ponía en su cacerola. Momentos después nos las servía con el resto de la comida.

Durante el día, mientras íbamos en viaje, nos arreglábamos con un par de sandwichs de jamón y queso, que nos alcanzaban al camión.

Con el correr de los días, el frío aumentaba y nuestro organismo nos pedía más comida. No la había. Por esos días, comenzaron las "Advertencias" sobre la Deserción en Tiempo de Guerra. Era fácil separarse del grupo y "perderse", para volver a casa, y algún soldado podría intentarlo. Sobre todo para no ir a la Guerra. Entonces nos informaban, casi a diario, que el desertar en tiempo de guerra, se considera Traición a la Patria y su castigo es el fusilamiento. Estas "advertencias-amenazas", continuaron hasta finalizada la guerra.

Siguiendo la Ruta 3, al fin, un día nos salimos del camino sorpresivamente, hacia la izquierda, nos internamos una decenas de metros a campo través y nos detuvimos. Habíamos llegado a nuestra Posición de Combate, luego de 7 días de viaje en tren y en camión. Era el 9 de mayo.

Estábamos en el medio del campo, a pocos kilómetros de Puerto San Julián, pueblo ubicado sobre la costa de la provincia de Santa Cruz, cerca del paralelo 49º de latitud sur, y colocados entre el mar y la Base Aérea Militar (B.A.M.) que deberíamos proteger.

La mitad del Contingente siguió viaje rumbo al sur, hacia Río Gallegos, donde prestarían protección a la base aérea local.

Extraído de "Mis Vivencias en el Guerra de Malvinas 1982" de José Luís Martínez Eyheramendy. (Leer su blog en Internet)

La primer cita que tomé prestada es del 30 de abril, 9 días antes de que nuestra Unidad llegara a apostarse frente a la B.A.M. San Julián y da fé de la situación con la que nos encontramos al llegar allí. Dice así:

30-abril ..... " al oscurecer sonó la alarma y se ordenó bajar las bombas y los misiles. Existía la inminente posibilidad de un ataque aéreo por parte de los aviones Vulcan que los radares argentinos habían detectado, informando que se dirigían en dirección al Continente que se hallaba a menos de 50 minutos de la posición de esos aviones.

Mientras en San Julián se alistaba todo para el repliegue de los aviones...... los mismos empezaron a llegar a las 22:00 Hs. (N. de A.: a la Base Aérea de Tandil).... También querían saber como era la situación en San Julián.

....dando el final a la alarma, que por suerte era falsa, a pesar de que fue real la incursión de los aviones británicos."

Prosiguiendo con mi narración, pusimos manos a la obra con suma urgencia, a fin de dejar las posiciones de combate en funcionamiento. El tiempo corría, los ingleses estaban sobre Malvinas y de la base aérea que custodiábamos, partían los aviones que bombardeaban su flota. Era de esperar una incursión aérea británica con el fin de anular las bases aéreas y destruir los aviones en tierra. Por otro lado también se temía una incursión, por tierra, de Grupos Comandos, con la misma finalidad.

Luego de mucho trabajar llegó una pala mecánica, de Vialidad del pueblo, para formar un cerco alrededor del cañón, a fin de protegernos de balas y esquirlas de bombas. En un impacto directo de bomba. Adiós.

La pala sacó mucha tierra del mismo lugar y se formó un foso de unos 3 x 8 mts., con una rampa de entrada. Ese foso, luego de acondicionarlo, sería nuestro hogar por los próximos dos meses.

La Posición de Combate se conformó de la siguiente manera:

1 cañón bitubo de 35 mm. a la izquierda(Pieza 1), el Director de Tiro en el centro, a unos cientos de metros, y a la derecha, (al sur), otro cañón bitubo de 35 mm.(Pieza 2 ). Unos sesenta metros detrás de cada cañón, fue colocado el generador a gas-oil, que provee la energía eléctrica para que éste funcione. Los cables de conexión, corrían bajo tierra entre los cañones, los generadores y el Director de Tiro.

El cañón Oerlikon-Contraves bitubo de 35 mm., también puede usarse sin energía eléctrica. Posee una serie de volantes y manivelas, para elevar ó bajar el cañón y girar a izquierda y derecha, aunque seguir un avión, apuntar y disparar, se hace sumamente lento y engorroso, (lo probamos), quedando el cañón muy vulnerable a un ataque, por lo que su utilidad, en forma "manual" sería casi nula. Aunque sí sería útil para disparar contra tanques, vehículos ó tropas enemigas, (tierra-tierra).

Dicho cañón se dispara automáticamente desde el director de tiro, apuntado por el radar del mismo. Pero en caso de destrucción del director de tiro, la Dotación del cañón puede recargarlo y dispararlo por sí sola. Para eso habíamos sido entrenados.

Hablando de la dotación del cañón, la misma está compuesta por 6 (seis) soldados, tres arriba del mismo y tres abajo, en tierra, cada uno con un número y una especialidad, a saber: El Nº 1, (En la Pieza 1 el Autor), Busca los blancos, Apunta el cañón y lo dispara; Nºs 2 y 3. Toman los peines de munición y los colocan en los Depósitos de Munición del cañón, a medida que éste dispara; Nºs 4 y 5. Sacan los peines de munición de sus cajas de madera y se los alcanzan a los Nºs 2 y 3 ; El Nº 6. Está junto al generador de electricidad, controla y recarga combustible, y eventualmente, lo repararía en caso de rotura.

Luego de acomodar, conectar y dejar en funcionamiento los cañones y el Director de Tiro, nos dedicamos a acondicionar La Cueva", aquella zanja en la que viviríamos mientras estuviésemos allí. Para ello, conseguimos unos durmientes de ferrocarril, junto con un par de rieles que trajimos de la base aérea, antes de enterarnos que estaba rodeada de un campo minado.

Cruzamos los durmientes y los rieles a ras de la tierra, como techo, y sobre ellos colocamos las lonas de nuestras carpas; a continuación echamos tierra, piedras y arbustos, con lo que la cueva quedó camuflada, como puede observarse en una de las fotografías. Viniendo en avión desde el mar, ésta no se vería. De una tapera cercana, la única, que estaba en ruinas, quitamos chapas y una puerta y las usamos para cerrar la entrada. Al principio dormíamos sobre la tierra, pero como cuando llovía, entraba agua por la rampa, y se inundaba, cavamos un foso en el centro del piso, y colocamos durmientes cruzados sobre él. Ahora podíamos dormir secos.

En cuanto al tema de dormir, la orden fue acostarse con uniforme completo, abrazados al fusil y con borceguíes puestos y atados. Los cascos y municioneros estaban en un estante, labrado en la pared de tierra, sobre nuestras cabezas.

Ahora, quedaba cavar nuestros" pozos de zorro". En la dura tierra patagónica, mezcla de arena y caracoles, antiguo fondo marino, nos pusimos a cavar. Costó mucho cavar esos pozos que nunca usaríamos.

2 comentarios:

Amanecer dijo...

Querido Gustavo, es dificil decir con palabras lo que haces sentir, al leer tu historia, solo puedo decir, que vivimos una guerra, y vos estuviste en ella, sigue adelante, algun dia , los politicos de turno lo reconoceran, besos tu Tia que te ama y te reconoce.

Martín dijo...

Soy solo uno mas de aquellos que por los comienzos de la guerra solo contaba con escasos años de vida.

Solo uno más de quienes estará eternamente agradecido a TODOS aquellos que como vos defendieron nuestra patria y nuestras islas. Me llena de orgullo y emocion leerte, al igual que me emociona leer el blog de José Luis Martínez Eyheramendy. Hoy por la mañana llegué a estas paginas casi por accidente y despues de minutos de leerlas se me llenaron los ojos de lagrimas. Lagrimas de emocion, de orgullo, y de admiracion por todos uds.

Mi humilde reconocimiento para quienes por siempre serán recordados como nuestros Héroes de Malvinas.

Un abrazo enorme, y mi mas sincero agradecimiento por compartir estas palabras con todos nosotros.

Martin A. Morono
martin.morono@gmail.com